Cuando vemos a un osito de peluche lo último que nos imaginamos es que nos propine una patada en la espinilla y luego nos vuele la cabeza con una escopeta de cañones recortados. Los peluches son objetos simpáticos e inofensivos, no se mueven, siempre están sonrientes, casi siempre están suaves y no se convierten en monstruos al comer algo pasadas las 12 de la noche. Pero nunca hay que separarles de sus hijos. Porque es entonces cuando se arman hasta los dientes, dejan de saltar de la mesa al cojín del suelo y vienen a por ti y a por tus secuaces. De eso trata Fur Fighters: Viggo’s Revenge. De la venganza del General Viggo, y de la respectiva venganza de los Fur Fighters.
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que buen juego me hiso reir
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